jueves, 23 de abril de 2020

Con ella

Le haces el amor, te la coges, te la das, ¿y qué sigue? Sigue cada uno cambiarse de ropa, tomar una ducha porque aún hueles a piel ajena. Si es motel, cada uno por su lado. Si es tu casa, toca tender las sábanas. Si la quieres, le preparas el desayuno. Si aún no la quieres, síguetela cogiendo, eventualmente le tomarás cariño. Si aún no sabes cómo le gusta el café, cómo le gustan los besos, sus zonas sensibles, si no sabes esos problemas que la acogen, sus miedos más profundos o sus sueños, en definitiva, aún no te la coges lo suficiente. Si se va de madrugada o en la mañana, no te confundas, no lo hace por protocolo o porque esté ocupada, simplemente no tiene ganas de quedarse. Si compartes cama con una mujer y no vuelve, algo estás haciendo mal y no tiene nada que ver con el tamaño de tu miembro o cómo coges, sino quizás no la comprendes, no la escuchas, no la haces reír o no se siente segura contigo. Es que así es, hasta las que se autodenominan putas tienen al menos una cama a la que siempre regresan, una casa donde pueden despertar con su desayuno favorito, un café, una sonrisa y la seguridad de que ahí, siempre será bienvenida. A las mujeres siempre hay que tratarlas con cariño, aunque digan que no le gustan esas cosas, aunque se las den de muy cabronas. La cosa va así, te la coges como si la odiaras, pero despiertas como si la amarás, pregúntale cómo le gusta el café y pídele que se quede, que hay mucho tráfico, que afuera está lloviendo o yo qué sé. Invéntate una excusa cualquiera, ofrece una de tus camisas como pijama, recuéstate a su lado, dale su café, mírala a los ojos y hazle preguntas hasta que te canses. Te puedo asegurar, que una vez que empiece, no vas a hacer que se calle, porque siempre se la habían cogido y ya ningún hombre se preocupó por la mañana. Eventualmente tendrá que irse como todo lo bueno que llega a nuestra vida, y se irá con los ojos brillando, con una sonrisa que no se la aguantará nadie. Regresarás a tus hábitos, a tus quehaceres, a tu vida que ahora se siente diferente, pero no pasará mucho tiempo, tu teléfono vibrará y será ella en forma de mensaje, un mensaje que las cabronas no mandan: "Te extraño ", así a secas, y no sabes cuánto le costó escribirlo. Entonces tiendes tu cama, preparas la cafetera y sonríes porque es inevitable no quererla, aunque sea un poquito. 🚬

Ojos Negros

Dicen que cuando menos buscas algo es cuando llega a ti, justo así tú y tus demonios llegaron a mi vida a coquetear con los míos… Al principio fueron solo unas cuantas palabras las que cruzamos, un saludo, una línea coqueta, un insinuante de que tal vez algún día y por algún motivo nuestras bocas se besaran. Pasaron los años y ese encuentro no llegaba y todo parecía tan superficial, tan cotidiano que por un momento nos perdimos en bocas que solo endulzaban la parte humana que tenemos. Una noche cualquiera al contestarte un comentario banal empezó una serie de coqueteos intensos que me llevaron a viajar a tus brazos, la primara vez que te vi en persona, ocultaste demasiado bien todo lo que tienes dentro de ti como parte de tu esencia (esa obscuridad detrás del negro de tus ojos que no cualquiera puede apreciar mucho menos amar). Nuestra primera noche juntos fue todo tan incierto, tan extraño; mis nervios no me dejaban sacar lo mejor de mí y tu siempre tan callado tan en tu mundo que hasta el día de hoy no se qué paso por tu cabeza; sin embargo mis manos recorrían tu cuerpo como si tratara de grabar en mis huellas cada tatuaje tuyo, cada cicatriz, mis labios quería probar tu boca, tu cuello, tu pecho, todo aquello que quedara a su alcance. Dormir contigo ha sido de los momentos más íntimos que he tenido porque aunque no logre dormir casi nada creo por la emoción o tratando de entender lo que pasa (mi parte controladora tratando de darle forma a lo sucedido o mi parte que siempre siente desconfianza), en cambio tu estabas dormido profundamente y aun en ese grado de sueño me buscabas, necesitabas sentirme cerca y me abrazabas y me hacías que mi pierna estuviera encima de ti, como si tu ya supieras que teníamos el tiempo limitado y querías aprovechar cada segundo. Después de un par días a tu lado paseando por tu reino, hablando de mil cosas unas tontas, otras profundas, pero dejándome conocerte y yo desnudando mis ángeles y demonios con la confianza que entendías y a ti, regrese a mi reino, lejos del calor del acero, lejos de tus manos marcadas por el arte que haces, lejos de tu boca que sin alzar la voz gritaba sus pasiones y sus miedos ante mí, me vine pensando que jamás te volvería a ver; al pasar de los días las cartas se volvieron notas, los mensajes palabras hasta que de nuevo el silencio fue lo único que quedo entre ambos. Termino el verano y el otoño y un cierto día de invierno volviste a mí, pero esta vez fue diferente, esta vez tus demonios eran los que llamaban mi nombre, ni había calidez, ni coqueteo, había palabras confundidas y un mano estirándose a mi dirección buscando ayuda para no ahogarse, respondí, como lo hare una y otra vez cada que llames mi nombre porque cuando tus demonios llaman por mí, invariable e indudablemente responderé. Ahora tu viniste a mí y te deje entrar como no lo hago con cualquiera, abrí las puertas de piedra para resguardarte y defenderte de todo aquel que quisiera hacerte el más mínimo daño, porque mis demonios son más grandes que los de la mayoría y para mi buena suerte y la tuya en ese momento ellos están de mi lado. Caminamos por mi reino; cuando te lleve al mar, pedí que el mar se llevará tu llanto, cuando llego la noche pedí a la luna que te diera claridad, al amanecer pedí que tu camino se iluminará para que todo aquello que te dolía no te doliera más, fuimos tan felices, tan llenos de suerte, que todo todo salió mejor de lo que esperaba o planee. La despedida fue demasiado difícil para mí pero una promesa tuya llenó esa grieta en mi interior que brotaba con tu adiós, en ese momento hice todo lo que debe hacer una bruja para poner en marcha el plan que habíamos establecido, nunca había sido tan disciplinada pero quería que esta vez fuera cierto, quería que me dejaras curar tu herida y permanecer en tu vida. Por las noches podía sentir más tu presencia avanzando y acercándose a mí, está vez que te tuve cerca si vi, la obscuridad que me robo el aliento, no por miedo, no por sorpresa, si no porque me dejaste entrar y sé de sobra que un ser como tú no deja entra, ni siquiera asomarse a cualquiera; en las noches mi conexión contigo creció tanto que al abrir los ojos tu, los abría yo, una y otra vez durante la madrugada, pero era un pequeño precio que pagar por tener ese que se yo que solo los seres mágicos como nosotros lo tienen. Una luna nueva fue la que alejo de mí, de pronto el ciclo se repitió, llamadas a mensajes, notas a palabras y después el silencio, el silencio que se convirtió en sueños y pesadillas, en donde la presencia cambia a ausencia y la esperanza en dolor. No sé si es el ultimo capitulo entre nosotros, no sé si algún día vuelva a inmortalizarte o esto es un adiós, solo sé que hoy te pensé, hoy te extrañé, hoy quise saber de ti y por eso viento tu foto, esa donde tus ojos enseñan el camino lleno de ausencias y de crecimiento a causa de dolor y frustración, escribo para ti y por ti porque fuiste inspiración.