era un invitación como cualquier otra
el diseño no tenía nada novedoso, el papel era sencillo
y la imagen no cautivó mi mirada por mas de tres segundos.
Abrí la puerta sin imaginar lo que pasaría
entre sin sospechar las consecuencias
como usualmente lo hago;
sin precausiones, sin armas, sin escudo.
Al entrar conocí una felicidad que no había tenido,
descubrí la magia de una palabra,
descubrí el significado de un suspiro,
entendí las letras de una canción.
Entré y seguí mi camino hasta adentro
sin voltear a ver atrás,
sin dejar migajas en el camino
que me ayudaran a regresar.
El tiempo se volvió relativo
la tristeza se convirtió en mito
el coraje, la amargura y los celos
se evaporaron de mi diccionario.
De pronto un día asome la cabeza por la ventana
una mano me saco de donde estaba
me alejó del lugar, de los ojos, de la voz
y arrancó mi sonrisa apagando la luz que me iluminaba.
Fué tan de pronto mi salida que no pude conservar nada
dejé los besos y las caricias, deje la luna y mi ilusión
pero lo que jamás podrán quitarme, aunque lo intenten
son las inumerables risas que me diste.